El experimento de Milgram: cuidado con obedecer a la autoridad

El experimento de Milgram: cuidado con obedecer a la autoridad

El experimento de Milgram: cuidado con obedecer a la autoridad

El Experimento de Milgram, llevado a cabo por Stanley Milgram en 1961 en la Universidad de Yale, nos deja unas advertencias sobre los riesgos de obedecer a la autoridad.

Creemos que todo profesional de una consultora de RRHH especializada en el desarrollo profesional, al trabajar con personas, debería tener ciertas nociones sobre algunos experimentos psicológicos que aportan mucho sobre el comportamiento humano.

Al menos, como psicólogo, así lo pienso y, por ello, escribimos este post.


El experimento

El experimento fue diseñado para investigar la disposición de las personas a obedecer órdenes de una autoridad, incluso si esas órdenes implicaban causar daño a otros individuos.

Los participantes fueron reclutados a través de un anuncio en un periódico local que buscaba “hombres jóvenes para un estudio sobre la memoria”.

Al comienzo del experimento, los participantes fueron informados de que estaban participando en un estudio sobre el aprendizaje y la memoria.

Se les asignó el papel de “maestro”, mientras que otro individuo, en realidad un actor, asumió el papel de “alumno”.

El maestro fue instruido para administrar descargas eléctricas al alumno cada vez que respondiera incorrectamente a una pregunta de memoria.


Lo que no sabían

Lo que los participantes no sabían era que las descargas eléctricas no eran reales, y el “alumno” estaba simulando el dolor y el sufrimiento.

A medida que el experimento avanzaba, se les indicaba a los participantes que aumentaran la intensidad de las descargas cada vez que el alumno respondiera incorrectamente.

El nivel de voltaje iba desde 15 voltios hasta 450 voltios.

A medida que se incrementaban las descargas, el actor que interpretaba al alumno comenzaba a quejarse, gritar y suplicar que se detuviera el experimento.

Sin embargo, el experimentador, actuando como figura de autoridad, les decía a los participantes que continuaran administrando las descargas, utilizando frases como “Por favor, continúe”.

A pesar de las súplicas y protestas del alumno, muchos participantes continuaron obedeciendo y administrando descargas hasta el voltaje máximo.


¿Qué demostró el experimento?

Este experimento reveló que aproximadamente el 65% de los participantes estuvieron dispuestos a seguir las órdenes hasta el final, incluso cuando creían que estaban causando un dolor extremo al alumno.

Las personas son capaces de cometer actos atroces si se les ordena hacerlo por una figura de autoridad, aunque vayan en contra de sus propios valores y moralidad.


Advertencias del experimento

Hay dos ejemplos que nos advierten sobre los riesgos de obedecer ciegamente a una autoridad:

  • El experimento de la Prisión de Stanford.
  • El caso de Abu Ghraib.

Veámoslos.


El experimento de la Prisión de Stanford

En 1971, el psicólogo Philip Zimbardo llevó a cabo un experimento en el sótano del edificio de psicología de la Universidad de Stanford.

Estudiantes universitarios fueron asignados aleatoriamente a los roles de guardias y prisioneros en una simulación de prisión.

A medida que el experimento avanzaba, los estudiantes que asumieron el rol de guardias comenzaron a abusar de su autoridad y a tratar de manera cruel y degradante a los prisioneros.

Esto demostró cómo el poder de la situación y la dinámica de roles pueden influir en el comportamiento de las personas, llevándolas a cometer actos de violencia y abuso, incluso cuando no hay una autoridad real presente.


El caso de Abu Ghraib

En 2004, se revelaron fotografías que documentaban abusos y torturas cometidos por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, durante la ocupación militar.

Estos actos, como la humillación, el maltrato físico y la tortura, fueron realizados bajo la supuesta autoridad y orden de sus superiores.

Las fotografías mostraban a prisioneros encapuchados, sometidos a posturas de estrés, golpeados y sometidos a actos degradantes.

Este caso ilustra cómo la obediencia a la autoridad y la presión de grupo pueden conducir a violaciones graves de los derechos humanos y la ética.


Conclusiones

El experimento de Milgram nos proporciona una valiosa lección sobre la capacidad de las personas para cometer actos inmorales cuando se les ordena hacerlo por una autoridad.

Los ejemplos de Stanford y Abu Ghraib nos advierten sobre los peligros de seguir ciegamente las órdenes de una autoridad.

Nos recuerdan la importancia de mantener una actitud crítica y cuestionar las órdenes y acciones de las autoridades.

 


¡Buen día!

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